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jueves, 30 de abril de 2009 ·

Microeconomía y macroeconomía

Desde hace algunos decenios, -mas o menos desde la década del cincuenta- se acostumbra, al menos al seno de la corriente económica dominante, establecer una distinción entre microeconomía y macroeconomía; la primera toma como punto de partida los comportamientos individuales, mientras que la segunda adopta de entrada el punto de vista global razonando sobre agregados como el ingreso nacional, el producto interno, la masa monetaria etc. Es evidente que tal ruptura, debido tanto a circunstancias históricas como divergencias de orden teórico, no es muy satisfactoria; se ha hecho sentir la necesidad de establecer un “puente” entre ellas. No obstante esta pretensión se ha tornado un imposible, en tanto los puntos de partida son opuestos (en un caso se va de la parte al todo en el otro del todo a la parte); ahora, actualmente, se ha dado la prioridad al enfoque microeconómico, en lo que se ha dado en llamar los fundamentos microeconómicos de la macroeconomía. Incluso si hubiese reservas sobre lo adecuado de este procedimiento, no se puede negar que contribuye mucho a hacer de la microeconomía el “núcleo duro” de la teoría económica dominante denominada “neoclásica”. De ahí la necesidad de conocer bien los partidarios y los logros de esta teoría, sobre los cuales esta obra se propone entregar una visión sintética.


6. Conceptos claves de la Microeconomía

Los conceptos clave de la microeconomía son aquellos que se utilizan para describir:
§ a forma en que los individuos o las familias (economías domésticas) determinan su demanda de bienes y servicios;
§ la forma en que las empresas deciden qué y cuántos bienes y servicios producirán, y con qué combinación de factores productivos; y
§ la forma en que los mercados relacionan la oferta y la demanda. Estos tres componentes de la microeconomía pueden sintetizarse de esta manera en demanda, oferta y equilibrio del mercado. Entre las subáreas más importantes de la microeconomía cabe destacar la economía del bienestar y las finanzas públicas.

Los conceptos clave para analizar la demanda, la oferta y el equilibrio del mercado son la elección racional y la optimización. La microeconomía parte de una serie de supuestos simplificadores relativos al comportamiento de los agentes económicos; se sabe que estos supuestos son restrictivos y, por lo tanto, sólo válidos de modo parcial, pero se piensa que son suficientemente precisos para poder realizar predicciones exactas sobre el comportamiento de productores y consumidores. Por ejemplo, la teoría de la demanda del consumidor parte del supuesto de que los usuarios son racionales en tanto en cuanto pretenden maximizar su utilidad.

La elección óptima del consumidor será entonces aquella que, entre las distintas opciones posibles, le permita obtener la mayor utilidad. Éstas dependen de su poder adquisitivo (que viene dado por sus ingresos y sus posibilidades de endeudamiento) y de los precios de los bienes y servicios disponibles. Dada la información sobre estos elementos, la elección que maximiza la utilidad del consumidor depende de sus preferencias, es decir, de la valoración subjetiva que el consumidor realiza sobre la utilidad total que le reportarán distintas combinaciones de bienes y servicios.


7. Temas de la Microeconomía

La teoría microeconómica de la demanda del consumidor intenta mostrar, partiendo de una serie de supuestos psicológicos, cómo varía la decisión maximizadora de la utilidad por parte del consumidor al modificar algunos de los factores determinantes de esta elección, es decir, al cambiar su poder adquisitivo, el precio de los bienes y servicios disponibles y sus gustos o preferencias. Por ejemplo, la teoría nos permite realizar predicciones sobre la sensibilidad de la demanda ante variaciones de los precios de un producto o de otros sustitutivos en función de las distintas características de los diferentes bienes o de la situación del consumidor. La explicación de los determinantes y propiedades de las distintas demandas es una de las deducciones teóricas que pueden hacerse a partir de supuestos sencillos sobre el comportamiento del consumidor. La teoría básica también explica algunos fenómenos paradójicos como por qué, en algunos casos, la demanda no es inversamente proporcional a los precios relativos o por qué los diamantes, que tienen menor importancia vital que el agua, son mucho más caros.

El individuo no es, por supuesto, un mero consumidor. Para poder tener poder adquisitivo con la obtención de ingresos tiene que vender su capacidad de trabajo. Por lo tanto, una de las primeras elecciones que tiene que realizar es entre los ingresos que quiere obtener y la cantidad de tiempo de ocio o descanso que quiere disfrutar. Estará realizando una elección óptima cuando el promedio de la utilidad marginal entre ingresos y ocio sea igual al precio relativo, es decir, al salario. La teoría permite explicar por qué, cuando aumentan los salarios, unas veces aumenta la oferta de trabajo y otras disminuye. De igual forma, el consumidor tiene que escoger entre consumir ahora o hacerlo en el futuro, ya que si se abstiene de consumir en el presente para poder invertir tendrá más posibilidades de consumo en el futuro. Este tema lo estudia la teoría microeconómica de la elección intertemporal, que está relacionada con los problemas relativos al riesgo, elemento que deberá tener en cuenta el consumidor a la hora de tomar sus decisiones sobre consumo y ahorro, así como en todas en las que intervenga este factor. Por lo tanto, parte de la teoría microeconómica se ocupa de analizar la elección óptima en condiciones de incertidumbre, que está relacionada con la teoría de juegos y tiene múltiples aplicaciones prácticas, por ejemplo, en el caso de las primas de seguros.

La teoría de la demanda, que alcanza un elevado grado de sofisticación, es mucho más satisfactoria y práctica que la teoría de la oferta. Esta última pretende explicar el comportamiento de los agentes económicos que actúan como productores, sobre todo como empresas, análisis que requiere la aplicación de la teoría de la empresa. En ésta, el supuesto fundamental —que corresponde a la hipótesis de la teoría de la demanda en cuanto a que el consumidor pretende maximizar su utilidad— consiste en que las empresas desean rentabilizar lo más posible sus beneficios o ganancias. Pero este supuesto simplificador tiene una aplicación menos práctica que la de su contraparte en el lado de la demanda. Esto se debe en parte a que las empresas están controladas por gestores cuyos objetivos pueden no limitarse a querer maximizar los beneficios de la empresa. Los gestores o directivos pueden tener otro tipo de objetivos, como maximizar sus primas y salarios, o aumentar su poder y su prestigio. Estos objetivos pueden depender del tamaño de la empresa, de sus propiedades y de la rentabilidad de sus actividades aunque, a largo plazo, el poder potencial de los accionistas pueda implicar que la empresa sí se comporta como predice el modelo de la maximización de beneficios. Sin embargo, incluso si se acepta este modelo, siguen existiendo múltiples obstáculos para utilizar algún otro que explique cómo se determina la oferta de un determinado producto
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